
¿QUE ES UNA ESPIROMETRIA?
La espirometría sirve para ver el tamaño de los pulmones y el calibre de los bronquios.
Cuando los pulmones son pequeños, sea por una enfermedad pulmonar o bien por nacimiento, se puede meter y sacar poco aire de los mismos. Unos pulmones grandes pueden recibir más aire que unos pequeños lo que se detecta por las espirometrías. Al volumen de aire (en litros) que se puede sacar de los pulmones totalmente inflados se le llama CAPACIDAD VITAL FORZADA. (Las siglas en inglés son FVC). Capacidad vital se llama por tradición, ya que se vio que esta medida correlacionaba con la “vitalidad” del individuo, y se llama forzada porque se pide que el paciente saque el aire con
máximo esfuerzo (forzando la espiración o salida de aire). La FVC representa el máximo volumen
de aire que puede ventilarse (movilizarse) dentro y fuera de los pulmones. La enfermedad pulmonar
puede hacer que disminuya la FVC. Por ejemplo, la tuberculosis extensa, lesiona el pulmón y lo
cicatriza, haciéndolo más pequeño y difícil de inflar por lo en la espirometría muestra una capacidad
vital disminuida.
Esta prueba fue posible gracias a la invención del espirómetro por John Hutchinson hace más de siglo y medio. Hutchinson fue un médico Inglés quien desarrolló su propio espirómetro y describió la mayoría de los parámetros espirómetricos, incluyendo la capacidad vital.
Las indicaciones para realizar una espirometría son las siguientes:
1) Para el diagnóstico y evaluación de pacientes con síntomas respiratorios: tos, expectoración, disnea (falta de aire), sibilancias (respiración silbante), o signos de enfermedad pumonar como una radiografía de tórax anormal, etc.
2) Es imprescindible para el diagnóstico y necesaria para el seguimiento de pacientes con asma, EPOC (enfisema o bronquitis cronica) y otras enfermedades respiratorias (fibrosis pulmonar, etc.).
3) Valorar el impacto sobre la función pulmonar de enfermedades de otros órganos o sistemas (patologías del corazon, riñon, hígado, neuromuscular, etc.).
4) Cribado en pacientes con riesgo de padecer enfermedades respiratorias (tabaco, exposición a agentes ocupacionales, procesos alérgicos, etc.).
5) Evaluar el riesgo de procedimientos quirúrgicos.
6) Valorar la presencia de alteración respiratoria ante solicitudes de incapacidad profesional u otras evaluaciones médico-legales.
7) Cuantificar una alteración conocida de la función pulmonar y valorar evolución con/sin intervención terapéutica.
8) Evaluar la respuesta terapéutica frente a diferentes fármacos o en ensayos clínicos farmacológicos.
9) Estudios epidemiológicos que incluyan patología respiratoria
